Palabras dadas · Traducción y revisión editorial

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Como si hubiera sido ayer

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«Todo eso acaeció hace siglos.
Ya he intentado contar mi historia, mas comprendí muy pronto que no le interesa a nadie. Tengo que omitir detalles cruciales como el de las perlas de la vida, con lo cual la gente (en el mejor de los casos) se cree que estoy de guasa o (en el peor) que estoy loco de atar.
Así que, ni mu, como decís vosotros.
A veces me pregunto si la gente reaccionaría de otro modo si tuviera aspecto de viejo. Es decir, si estuviera encorvado, calvo, con arrugas, si me temblara la voz y tuviera unas orejas grandes surcadas de venillas y la ropa me sobrara por todas partes. Creo que, si así fuese, a la gente ni se le ocurriría pensar que pudiera estar de guasa. Supondrían que chocheaba.
«Está bueno el viejo Alf ―dirían―. Otra vez le ha dado por los vikingos.»
«¿Qué me dices? Ay… Ayer la tomó con Charles Dickens. ¡Que lo había conocido, dijo!»
«¡Pobre infeliz! Menos mal que es inofensivo. Se le va la olla, pero es inofensivo.»
El caso es que no tengo aspecto de viejo. Tengo aspecto de niño de once años.»

Título: El chico que tenía 1000 años
Autoría original: Ross Welford
Traducción: María Alonso Seisdedos
Editorial: Edelvives
Año de edición: 2019